viernes, 19 de octubre de 2012

Primera Etapa Tejados - Molinaseca (74kms)

Después de un montón de preparativos, de leer unas cosas y otras por fin el domingo 7 de Octubre me puse en camino.
Llegué el día anterior a mi pequeño pueblo leonés y después de una noche en la que apenas dormí por los nervios y un buen desayuno me ponía en marcha hacia Astorga que sería mi punto de inicio en el camino.
Los primeros 12 kms hasta llegar a Astorga me eran familiares no era la primera vez que los hacía, rodeado del monte leonés llegaba a Astorga el verdadero inicio de mi camino...

Mi compañera de viaje a punto de llegar a Astorga
Justo antes de llegar a Astorga se produjo mi primer contratiempo, justo antes de tomar esta foto, la chapuza que había hecho para arreglar la luz trasera no aguanto más y tuve que afrontar todo el camino sin ella.

Llevaba mucho tiempo sin pisar Astorga, llegar a esas horas de la mañana en que la pequeña ciudad se despereza fue un reencuentro fantástico. Volver a ver los Maragatos, el palacio o la catedral en una mañana de Otoño.
En Astorga tuve mi primer encuentro con el camino: varios peregrinos desayunando en la plaza del ayuntamiento, algún que otro bicigrino (bastante secos la verdad). Y sobre todo con mis grandes compañeras de camino ¡las flechas amarillas! si hay algo que temía de ir sólo es mi pésimo sentido de la orientación y salir de Astorga me resultó muy muy sencillo, ni os imagináis la de veces que me acordé de aquellos que marcaron el camino con las flechas (en especial las que lo marcaron para los bicigrinos).



La Catedral de Astorga



Justo antes de salir me encontré con una iglesia que a pesar de haber estado tantas veces en Astorga nunca había visto. En una de sus paredes estaba escrito una curiosa cita, creo que al leerla fui por primera vez consciente de que estaba haciendo el camino. Y sobre todo de que Santiago no era la meta de mi viaje.
Desde aquí salí de Astorga, mi camino por delante lleno de pequeños pueblos de la maragatería con sus preciosas iglesias, sus casas de grandes puertas y su olor a leña quemada.
En mi primera parada, en Santa Catalina de Somoza, me encontré con dos amigos peregrinos que llevaban varios años haciendo el camino, como nunca tenían mucho tiempo lo hacía por fases y en esta les tocaba llegar hasta Ponferrada, me hablaron del Camino de lo que suponía para ellos y me contaron alguna que otra anécdota de su peregrinaje. La verdad después de lo que pasó en Astorga con los bicigrinos "secos" agradecí mucho esa charla.




Aquí estuve parado con los dos peregrinos Santa Catalina de Somoza
En este bello pueblo sellé por primera vez mi credencial de peregrino y seguí marcha mi siguiente destino Ganso un pueblo pequeño y precioso que bien valía una parada para tomar un té calentito (la de veces que me tocó explicar por el camino lo que era un té americano) en una pequeña terraza, ahí hice mis primeros amigos del camino un par de gatos que no se despegaron de mí ni cuando decidí emprender de nuevo mi camino. Casi a la salida del pueblo me encontré una casita de grandes puertas (como buena casa maragata) que vendía bastones y conchas del peregrino, tocaba parada ya que no llevaba aún mi "identificación" como peregrino de paso un rato de charla con la señora que me la vendió y que no conocía el pueblo de mi madre, ni siquiera la zona, a pesar de estar a unos escasos 20 kms.
Después de unos pocos kilómetros a buen ritmo, llegaba a Rabanal del Camino, me recibía su pequeña ermita de San José, en la que por el nombre obligado estuve a parar y cargar energías por primera vez en mi camino con un pedazo de bocata de tortilla que llevaba en las alforjas, sabía lo que me esperaba después. Las vistas desde la ermita no podía ser mejores:

Rabanal del Camino desde la ermita de San José


La subida a la cruz de Ferro
 Llegaba el momento duro de la etapa el alto de la cruz de Ferro, que me recibía con unas rampas duras y constantes. Sabía que esta subida me llevaría al punto más alto del camino y a la famosa cruz de Ferro. Antes de acabar la subida y al paso por el pequeño pueblo de Foncebadón paré en el albergue, para disfrutar de la que sería mi primera caña del camino (y hubo unas cuantas). Pocos peregrinos me encontré, pero si animé a dos bicigrinos que continuaron su subida poco antes de retomarla yo. Cuando volví a la ruta alcancé a los dos bicigrinos y empezamos a hablar, eran dos hermanos de Vitoria, que aunque sólo pude rodar unos pocos kilómetros con ellos fueron muy especiales en el resto de mi camino, ya que nos fuimos apoyando mutuamente a través de mensajes. Espero visitarles pronto como les prometí. Sin duda de lo mejor de mi camino.

Y finalmente la Cruz de Ferro...
Cuando los tres la vimos a lo lejos no pudimos evitar expresiones de júbilo al haber conseguido ascender una de las mayores dificultades del camino. El punto más alto del camino y esa cruz, más bien cruceiro, copia de la original (que está en Astorga por cierto) fuente de tantas leyendas, la más tradicional dice que cuando se construyó la catedral de Santiago se pidió a los peregrinos que llevaran piedra y desde ese momento es tradición llevar una piedra de casa y arrojarla de espaldas a la cruz al montón que se ha ido formando con el paso de los años.
La tradición cuenta que en realidad fueron los segadores gallegos los que, en su paso para trabajar los campos leoneses, empezaron a arrojar esa piedra traída de sus casas buscando llamar a la buena suerte.
Aquí paramos un buen rato hicimos un montón de fotos, vimos un reloj solar, una pequeña capilla y nos maravillamos de la cantidad de piedras con mensajes escritos, piedras traídas de Japón, de Portugal, Alemania, Estados Unidos, Brasil... ¡increíble! Yo también quise dejar algo mío, dejé una pulsera que consiguiera en Canarias no hacía mucho, para mí era, en parte, un detalle cargado de simbolismo.

 Después de la parada decidimos emprender la marcha juntos, un rápido descenso muy muy técnico y divertido que hicimos por carretera, con unos paisajes incomparables que nos obligaron a hacer unos cuantos altos en el camino para sacar fotos.

Las vistas descendiendo el Alto de la Cruz de Ferro

El Acebo 
Los pueblos que nos encontramos al acabar la bajada eran encantadores, en Riego de Ambrós estuvimos hablando largo rato con un matrimonio que conocía bien la zona y nos recomendó sitios para ver y de paso nos llenaron de anécdotas del pueblo. También coincidimos con unos bicigrinos catalanes que en el descenso habían perdido a uno de sus compañeros y que habían hecho el descenso por el camino de tierra, durísimo por lo que nos contaron.
Después de tanta parada llegamos a mi destino del día Molinaseca y dónde me despedí de mis dos nuevos amigos que pretendían aún seguir un poco más,  intercambiando móviles. Pensé seguir camino con ellos, la verdad es que no estaba nada cansado y eran kilómetros que le quitaba a la segunda etapa que la tenía marcada en mis apuntes como la peor etapa del camino, sin embargo verme en un pueblo tan bonito y teniendo hecha ya la reserva en el albergue me animó a quedarme en Molinaseca.

Molinaseca

Antes de ir al albergue me decidí a comer, la verdad es que me equivoqué de sitio pedí una ración de croquetas "caseras" y de caseras tenía el nombre "la cocinera" pero bueno, decidí que la cena la haría en un bonito sitio situado al lado del río y la playa fluvial.
Después de la comida me decidí a ir al albergue para dejar la bici darme una buena ducha y dedicarme a hacer un poco de turismo por el pueblo, que aunque pequeño estaba lleno de sitios preciosos.
Como curiosidad el pueblo estaba hermanado con un pueblo japonés y me sorprendió encontrarme con un una columna escrita en japonés.
El albergue pequeño pero encantador, ducha que me sentó de maravilla, de paso lavé algo de ropa, me sorprendió ser el único bicigrino de todo el albergue a pesar de ser el albergue recomendado por la página del bicigrino.

Columna en japonés en Molinaseca
Ya eran las 20h y decidí ir a cenar, me dí cuenta de que mis horarios iban a cambiar mucho durante el camino, así que me dirigí al restaurante al lado del río que además tenía menú de peregrino.
Me pegué una buena cena empezando por un caldo berciano que me quitó todos los males y rematado con una tarta de la casa como nunca antes había probado. Unos alemanes en la mesa de al lado al oír mis comentarios sobre la tarta decidieron también pedirla, acabamos hablando de fútbol porque de fondo se oía el Barça - Madrid de hecho los acabé uniendo a la causa del Madrid y acabaron animando a mi equipo. Aún sin acabar el partido el sueño me empezó a vencer y pasé del partido y me fui dando un tranquilo paseo al albergue, en el camino Cristiano Ronaldo marcaba el empate a 2, parecía que estuviera en Madrid por los gritos de la gente :)
Llegué al albergue y después de hablar un rato con unos cuantos peregrinos me retiré a dormir, costó dormirse, era mi primer día en el camino, ya tenía un montón de recuerdos y detalles de esos que no se olvidan, además aún estaba sin creérmelo del todo.

5 comentarios:

  1. Yo también bajé la Cruz de Ferro por el camino (y la subí) y no veas que subidón de adrenalina!!!!

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    1. Yo había leído que el descenso era sólo para ciclistas muy técnicos y yo la verdad que soy un poco torpe y decidí hacerlo por carretera además no me fiaba mucho de mis frenos, pero la próxima vez lo haré que no me cabe duda que habrá una próxima vez

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  2. Parece que has tenido un buen dia,nosotros haremos el camino y empezaremos precisamente en Molinaseca,asi que te puedes imaginar el interes que voy a tener con tu blog,que todo te salga como has pensado y buen camino.

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    1. Muchas gracias, en breve acabaré la crónica de la segunda etapa, os aviso empezar el primer día con Cebreiro puede ser muuuy duro. Y de paso ya lo comentaré en el blog pero no os alojéis nunca en el hostal del alto del poio que queda a mano izquierda según acabáis la subida, nunca he visto una persona tan desagradable (ya veras el motivo)

      Si necesitas cualquier tipo de información no dudes en preguntarme!!

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  3. Muchas gracias,lo hare,seguro.Buen camino

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